Una perspectiva de la ciudad de Sucre, según Marie Robinson Wright (1905)
Enclavada entre montañas azuladas, colinas de verdor estival y amarillo invernal, a 2790 metros sobre el nivel del mar, se encuentra una ciudad que a principios del siglo XX mostraba sus blancos muros y tejados de terracota, en ella sobresalían las torres de sus iglesias que en conjunto mantenían su estructura colonial, se trataba de la antigua ciudad de Sucre, importante centro administrativo durante la época colonial, ubicada en la actual Bolivia.
La Plata fue el nombre con el que nació la ciudad de Sucre tras su fundación en 1538 por los españoles, fue establecida para administrar la producción de plata en las minas cercanas. Desde sus inicios se constituyó en un centro de gobierno, con el establecimiento del Obispado de La Plata a mediados del siglo XVI y posterior Arzobispado hacia el siglo XVII, se consolidó como un centro eclesiástico de importancia en toda la América Meridional.
(...) cuando la Audiencia de Charcas representó la autoridad de España en la mayor parte de la América del Sur y ocupó una posición casi igual en poder a la del virrey. La capital del Alto Perú, entonces llamada Chuquisaca, ahora Sucre, fue el centro de elegancia y de cultura de todo el territorio de las actuales Repúblicas de Bolivia, Paraguay y Argentina (Robinson, Marie. 1907: 119).
La ciudad llamó la atención de una de las cronistas de viajes más importantes de su época, Marie Louise Robinson Wright, nacida en Estados Unidos, dedicó su vida a viajar y documentar todas sus observaciones, su travesía la llevó a varios países de América: Brasil, Perú, Chile y Bolivia, en su visita a este último realizó un recorrido al occidente, centro y oriente del país. Muchos de sus trayectos fueron a lomo de mula debido a la escasa estructura vial con la que contaba Bolivia a principios del siglo XX. Numerosas torres de iglesias asoman sobre las tejas de los techos. Al entrar en la capital, la primera impresión del extranjero es de sorpresa de que una ciudad tan apartada de los centros de progreso comercial y social del Viejo y del Nuevo Mundo, ofrezca tal apariencia moderna, con bastantes evidencias de cultura y de riqueza (Robinson, Marie. 1907: 175).
Al llegar a la ciudad de Sucre, tras un largo y agotador viaje, Marie Robinson pudo percatarse de la peculiaridad de la ciudad, que mantenía su huella colonial fusionada con estilos arquitectónicos modernos que se encontraban en boga durante la época. La ciudad, que a pesar de encontrarse alejada de los caminos principales del país, mostraba un aspecto ordenado y cuidado, Robinson mencionaba: La vista de las calles pavimentadas, de hermosos edificios públicos, de plazas, calzadas y de residencias particulares, que son verdaderos palacios en algún concepto, frustra las ideas preconcebidas acerca de esta distante metrópoli. Aunque situada en el corazón de América del Sur, a dos o tres días de viaje en diligencia desde el ferrocarril más próximo y más todavía a lomo de mula, -según la estación y la condición de los caminos-, Sucre es tan europea como cualquier ciudad de la vieja España y mucho más adelantada que las más de ellas (Robinson, Marie. 1907: 175-176).
VISTA DE LA CIUDAD DE SUCRE
La ciudad, que seis años atrás había perdido dos de los poderes del Estado: Legislativo y Ejecutivo, aún retenía el poder Judicial, y, según la Constitución Política de Bolivia, seguía siendo la capital oficial del país, función que ejercía desde los inicios de la vida republicana tras la firma de la Independencia hacia 1825, Robinson señalaba al respecto:
Por ley aprobada el primero de julio de 1826, se declaró a Sucre capital provisional de la República y este título fue confirmado por el Congreso el 10 de julio de 1839. Un decreto promulgado el 18 de junio de 1843 dio a la ciudad el título adicional de «ilustre y heroica». (Robinson, Marie. 1907: 177).
Robinson observó que Sucre contaba con alumbrado público basado en kerosene, la iluminación creaba una atmósfera romántica en sus principales calles, plazas y parques, fusionándose con la arquitectura de las fachadas de casas y edificios gubernamentales que mezclaban estilos europeos como el art nouveau y el beaux arts.
Sucre es una de las ciudades más europeas de Sur-América, por haber vivido largo tiempo en el extranjero, algunas de sus principales familias, mientras que muchos de la última generación concluyen sus estudios en escuelas inglesas y francesas. Esta influencia del Viejo Mundo es notable en los mejores círculos de la sociedad y especialmente entre sus directores más conservadores (Robinson, Marie. 1907: 120).
PORTADA DE LA ALAMEDA
El notable historiador boliviano del siglo XX, Valentín Abecia Baldivieso, en su célebre libro Historia de Chuquisaca mencionaba un aspecto importante sobre el clima de la ciudad de Sucre al cual se afanó en elogiarlo y describirlo de una manera tan detallada que resultaba sublime leerlo.
El clima de Sucre es verdaderamente suave, templado y delicioso, no observándose las altas temperaturas que existen en otras ciudades, ni tampoco los fríos intensos que marcan varios grados bajo cero. Es por eso que las epidemias no son conocidas en ninguna forma ni tampoco existen endemias de ningún género, siendo notorio que la ciudad de Sucre es la más sana de todas las poblaciones bolivianas, debido a su posición topográfica y a su clima (Abecia, Valentín, 2010: 391-392).
La vida en la ciudad de Sucre se caracterizaba por ser tranquila y relajada, la sociedad se concentraba en sus parques y plazas, la más grande e importante de ellas fue la Plaza 25 de Mayo, rediseñada a principios del siglo XX, contando con varias fuentes de agua y jardines, según Robinson: (…) Sucre es el centro del mundo social, representado por algunas de las más ricas y más aristocráticas familias de la República (…) (Robinson, Marie. 1907: 123).
Robinson aseguraba también que era posible observar la afición de sus habitantes por las artes líricas, por lo cual se construyó el teatro “Gran Mariscal Sucre”, también llamado Teatro Lírico Sucre, a pocas cuadras de la plaza principal, señalaba que: “la sociedad de Sucre retiene una costumbre pintoresca y bella. No hay capital en Sur-América en la cual la sociedad sea más aristocrática, refinada y culta que la de Sucre” (Robinson, Marie, 1907: 128).
TEATRO GRAN MARISCAL SUCRE
La remodelación de la arquitectura de la ciudad, sobre todo de las fachadas cambiadas al estilo neoclásico, fue gracias al llamado “auge de la plata” que se dio a mediados del siglo XIX debido al descubrimiento de minas argentíferas en zonas del occidente de Bolivia, las principales oficinas y bancos se establecieron en Sucre, lo que generó movimiento comercial dando importancia a la ciudad.
Los magnates de la plata produjeron el llamado embellecimiento edilicio de Sucre, entre 1880 y 1900, cuando surgieron obras de la magnitud del Palacio de Gobierno al que contribuyeron el ingeniero nacional Pinkas y el arquitecto Camponovo; la remodelación de la Casa de la Libertad. Se realiza la remodelación de la Plaza Sucre con jardines y árboles y con la construcción de edificaciones de dos pisos, a la moda de la arquitectura francesa. (Aillón, Esther. 2007: 47)
PALACIO CONSISTORIAL
Sucre mostraba con orgullo sus cambios a lo largo de los años, su estructura colonial de damero se mantenía intacta y fue fusionada con el neoclasicismo francés que cambió la cara de los edificios establecidos alrededor de la Plaza Principal 25 de Mayo, el cual mantiene hasta nuestros días.
La estadía de Marie Robinson en la ciudad de Sucre duró aproximadamente dos semanas en las cuales pudo admirar con detalle todos los rincones de la pequeña ciudad, se rodeó con las élites y el gobierno, así como con la gente de a pie, para poder relatar mejor la forma de vida de la ciudad. Robinson, sin duda, se llevó una imagen positiva de la ciudad a la cual no dejaba de elogiar en sus escritos y dejarse llevar la tranquila y ceremoniosa rutina de sus habitantes.