LUZ Y FELICIDAD
El Informe Mundial de la Felicidad 2021, publicado por la Red de Soluciones para el Desarrollo Sostenible (SDSN, en inglés), sitúa a países nórdicos como Finlandia (1°, a la cabeza), Suecia, Alemania, Suiza, Holanda, Dinamarca, entre los 10 primeros lugares de un ranking de casi 150 naciones. Es un resultado bastante esperado, dado que los datos que apoyan el informe, recabados por Gallup World Poll y Lloy’s Register Foundation, reflejan factores de percepción de bienestar como niveles de PIB, esperanza de vida, generosidad, apoyo social, libertad y corrupción, y en el 2021 se ha centrado en los efectos de la pandemia por COVID-19 en la estructura y calidad de vida y gestión de los gobiernos ante su manejo. Para todos es sabido que, en estos países al tope de la lista, la calidad de vida y equidad de la población sobresalen por encima de los estándares mundiales.
Nuestros países latinoamericanos como México, Colombia, Brasil, Panamá, Perú, Chile, entre otros, quedan situados en el segundo cuarto del ranking (30° a 65° lugar), a pesar de que las condiciones de vida no son para toda la población las más ideales, por factores negativos que nos son comunes: la pobreza, la corrupción o la violencia. Así que en medio de todo lo posiblemente adverso, SOMOS FELICES. Mucho lo debemos a nuestra cultura colorida y diversa, rica en bailes, música y festejos, familias y comunidades extendidas de lazos estrechos, paisajes exuberantes, comida vibrante y una increíble capacidad de resiliencia y adaptación. Otro factor que considero potencializa todo lo anterior es la mucha LUZ que acompaña nuestros días, en sano equilibrio con la oscuridad.
Imagen 1 - Niños de la comunidad Wayúu en Alta Guajira, Colombia. Imagen 2 – Mujeres guambinas, en el Cauca, Colombia. Fuente: Producción propia.
¿Qué es la felicidad y cómo la LUZ ayuda a propiciarla?
Podríamos decir que la felicidad es una medida de bienestar subjetivo que influye en nuestras actitudes y nuestro comportamiento. La sensación de felicidad resulta de la integración de diversos aspectos del ser: el aspecto fisiológico (que puede incluir predeterminantes como la genética), el aspecto emocional o psicológico (que incluye la sensación de autorrealización), el aspecto socioambiental y cultural (que determina la manera en la que percibimos nuestra realidad), entre otros. La LUZ puede afectar de manera positiva o negativa directamente en el aspecto fisiológico y -tangencialmente- en todos los demás. En mayo del 2018, la UNESCO celebró el DÍA INTERNACIONAL DE LA LUZ,
en señal de gratitud y generación de consciencia acerca de su importancia en nuestra vida, desde el punto de vista biológico, social, cultural, incluso, económico.
Sabemos que la luz es una onda electromagnética que viaja como energía a través del espacio. Nuestro ojo solo capta una parte de la radiación, que es lo que conocemos como espectro o luz visible. Esa luz visible nos permite percibir la realidad que nos rodea, desarrollar nuestras actividades diarias, interactuar con otros y con el ambiente y, además, nos ayuda a funcionar como seres vivos.
El ciclo de la LUZ NATURAL (o luz solar) regula las funciones vitales de nuestro cuerpo mediante lo que conocemos como ciclo circadiano, que es el devenir diario en el que nuestro sistema endocrino libera las diferentes hormonas y neurotransmisores que nos permiten estar alertas, productivos y activos en función de las primeras horas del día (serotonina) o que nos inducen a la calma, baja de ritmo y posterior descanso cuando comienza a entrar la noche (melatonina).
Diversos estudios científicos demuestran que un adecuado funcionamiento del ciclo circadiano nos permite responder de manera más afortunada a las demandas del día a día, el estado de ánimo, la concentración, el buen rendimiento físico y mental, que son propiciados en buena medida por una correcta segregación de serotonina. De igual manera, el descanso profundo y suficiente -inducido por la melatonina- activa la regeneración celular, el reinicio de nuestro cuerpo a nivel digestivo, neuronal y respiratorio. Cuando tenemos poco contacto con la luz natural sufrimos un desbalance a nivel físico y mental que puede conducir a diversas enfermedades. Es por esta razón que en aquellos lugares de estaciones más marcadas, inviernos largos y ausentes de luz, existan estadísticamente más desórdenes derivados de este desbalance: depresión, ansiedad, apatía, alcoholismo, altas tasas de suicidio; es común entre la población el síndrome depresivo estacionario o trastorno afectivo estacional en el que las personas pueden sentirse desanimadas, cansadas o decaídas con el acortamiento de la luz diurna en el otoño y más intensamente en el invierno, y comienzan a sentir mejoría con el arranque de la primavera alcanzando la plenitud en el verano.
Luz natural en los edificios
Actualmente, pasamos alrededor del 90% de nuestro tiempo en espacios interiores. Es, entonces, un objetivo aprovechar al máximo posible la incidencia de la luz natural en los espacios arquitectónicos que somos responsables de diseñar. Además de contar con luz apropiada para la correcta visión, por ejemplo, 200-300 lx en espacios de habitación o 300-500 lx en espacios de trabajo (Normativa ASHRAE 90.1 – 2010 / IESNA), es importante también el contacto con el exterior y la luz natural para tener una sensación de bienestar y aprovechar todas sus propiedades. Algunas certificaciones como LEED y WELL otorgan créditos o incentivos si la iluminación natural es predominante al interior de las edificaciones, lo que indica que la luz natural es un factor primordial no solo para temas de ahorro energético, sino también de bienestar.
Para lograrlo acertadamente, es necesario el empleo de diversas estrategias bioclimáticas, empezando con una correcta orientación respecto de nuestra ubicación geográfica para garantizar que las fachadas correctas se expongan o protejan del sol para evitar problemas como el deslumbramiento (ocasionado por un exceso de luz directa) o una introducción excesiva de calor al interior del espacio. Además de la luz que ingresa controladamente por las ventanas, persianas o muros calados, se puede aprovechar la luz cenital a través de aberturas estratégicas en las cubiertas como tragaluces o claraboyas, o recursos como las repisas de luz o “chimeneas o ductos de luz” que permiten introducir la luz al interior de manera indirecta (luz reflejada) y bastante eficiente si son ejecutadas correctamente.
Existen softwares y metodologías de cálculo para poder simular estos efectos con precisión y diseñar posibles soluciones, es por esto importante que como arquitectos nos apoyemos en nuestros colegas especialistas en el tema - Lighting Designer o Bioclimático.
Luz eléctrica en los edificios
La iluminación artificial (me gusta más el término iluminación eléctrica) también juega un rol muy importante en el espacio interior, no solo como apoyo a la luz natural, sino también porque nos permite prolongar nuestras horas activas durante la noche y, en algunas ocasiones, es la única iluminación posible y disponible. Gracias a la tecnología LED y a avanzados sistemas de control de iluminación e, incluso, sistemas IoT (Internet of Things–Sistemas inteligentes) que nos permiten flexibilizar y personalizar la iluminación eléctrica a demanda, al punto de poder controlarla desde dispositivos móviles, hoy podemos trabajarla asertivamente, y provocar bienestar y equilibrio.
Cada vez se habla más del concepto de HCL (Human Centric Lighting o Iluminación Centrada en el Ser Humano), para referirse a una iluminación que apoya el funcionamiento correcto del ciclo circadiano, sobre todo en los espacios de trabajo, estudio o descanso. Hablamos así de una iluminación dinámica que puede modificarse a lo largo del día, en intensidad, temperatura de color (tonalidad de blanco que se mide en grados Kelvin K) o espectro lumínico en función del espacio y las actividades que se realizan en este. De acuerdo con el funcionamiento de nuestro ciclo circadiano es aconsejable utilizar luz neutra o fría, con mayor espectro sobre el azul (4000 K – 6000 K) para espacios y momentos en los que necesitamos estimulación y mayor concentración (mayor energía) y luz cálida, con mayor espectro hacia el amarillo – rojo (2700 – 3000 K) en espacios donde se necesita propiciar el descanso. Con la crisis de la Covid-19 y la necesidad cada vez más evidente del home office o teletrabajo, ahora, los espacios de trabajo, estudio y descanso se encuentran sobrepuestos, aquí, por ejemplo, el recurso de la luz dinámica puede ayudarnos a proporcionar flexibilidad para desarrollar nuestras diferentes actividades sin afectar nuestro estado de ánimo o rendimiento.
Otros aspectos importantes de la LUZ
Ahora bien, existe también un aspecto maravilloso de la luz que nos acerca también a la sensación de bienestar y felicidad: la luz nos revela la realidad, por lo tanto, nos permite conectar con nuestro entorno, con los demás, con la naturaleza y desde allí con la belleza visual, o el placer estético. La belleza es subjetiva hasta cierto punto, pues en ella hay un componente biológico, uno hereditario y uno cultural, sin embargo, expertos en el estudio del cerebro humano -como el neurobiólogo Semir Zeki, pionero de la neuroestética-, van más allá de ese límite, demostrando que a lo largo de nuestra evolución cognitiva y afectiva hemos establecido patrones de belleza universal que nos son comunes independientemente de quiénes somos o de dónde venimos.
En la arquitectura, uno de los conceptos del que cada vez se habla más es el de la biofilia, que desde la psicología se explica como una necesidad inminente que tenemos de estar en contacto con la naturaleza, pues estamos vinculados a ella. Este vínculo con la naturaleza se percibe a niveles muy profundos, incluso inconscientes. Esto quiere decir que podemos estimular la biofilia en el espacio interior, no solamente introduciendo plantas o recursos paisajísticos o conectándonos al exterior a través de vanos o patios, sino también haciendo alusión a las características que consciente o inconscientemente relacionamos con la naturaleza: patrones, contrastes, proporciones, tonalidades, movimiento, etc.
Imagen 6 y 7- La naturaleza no es uniforme, muta, se transforma a lo largo del tiempo y el espacio. La luz es un agente activo en esa transformación Fotos: Lago en Alingsås, Suecia, fotografiado en dos momentos distintos del ocaso.
Fuente: Producción propia.
Paul Thursfield, reconocido lighting designer de los Países Bajos, a quien tuve el honor de escuchar en la conferencia The language of light, de Signify, habla de tres principales sensaciones de la luz que nos conectan con lo natural: la sensación de espacio (la luz nos ayuda a dimensionar, escalar, limitar o dar forma a lo que nos rodea), la sensación de tiempo (la luz nos permite percibir el cambio del tiempo a lo largo del día o el cambio de las estaciones) y la sensación de energía (la luz da forma a nuestra impresión de temperatura, ambiente o dinámicas de lo que nos rodea). En concordancia con Thursfield, la iluminación, como herramienta de diseño, puede ayudarnos a generar estímulos de esos tres tipos, con contrastes de luz y sombra que aportan movimiento, gradaciones que nos permiten percibir la profundidad o destacar una cierta forma o material, patrones o reflejos que pueden ser dinámicos gracias a recursos tecnológicos de movimiento o cambio de color, cambios de tonalidades que aportan en el ánimo o ambiente del espacio, recursos que pueden generar asombro y curiosidad, es decir, una experiencia estética.
No en vano, grandes arquitectos como Tadao Ando, Luis Barragán, Alvar Aalto, Alvaro Siza, entre muchos otros, utilizaron el recurso de la luz como un lenguaje predominante en su arquitectura, caracterizada por una sucesión de hechos poéticos sublimes. Por otra parte, los reconocidos artistas de la luz, James Turrell u Olafur Eliasson, han logrado crear ilusiones ópticas maravillosas que elevan el espíritu más allá de los límites de la realidad.
Así, pues, la iluminación, sea esta natural o eléctrica, empleada con conocimiento, sensibilidad, creatividad y recursividad, es capaz de introducir la poesía de la naturaleza en el espacio construido, es capaz de estimular nuestro ser desde el plano físico al emocional y proporcionarnos equilibrio y sensaciones placenteras muy cercanas a la felicidad.
No en vano, grandes arquitectos como Tadao Ando, Luis Barragán, Alvar Aalto, Alvaro Siza, entre muchos otros, utilizaron el recurso de la luz como un lenguaje predominante en su arquitectura, caracterizada por una sucesión de hechos poéticos sublimes. Por otra parte, los reconocidos artistas de la luz, James Turrell u Olafur Eliasson, han logrado crear ilusiones ópticas maravillosas que elevan el espíritu más allá de los límites de la realidad.
Así, pues, la iluminación, sea esta natural o eléctrica, empleada con conocimiento, sensibilidad, creatividad y recursividad, es capaz de introducir la poesía de la naturaleza en el espacio construido, es capaz de estimular nuestro ser desde el plano físico al emocional y proporcionarnos equilibrio y sensaciones placenteras muy cercanas a la felicidad.
Duabitad más que arquitectura y diseño
Las opiniones plasmadas en este artículo corresponden enteramente al autor del mismo, no representa la opinión de la empresa.