Marrakech: la Ciudad Roja
Marrakech, ciudad imperial al oeste de Marruecos, antigua capital del país (luego de que le cediera el paso a Rabat), una ciudad exótica, llena de contrastes, pero que logra atraer a sus visitantes desde su llegada. Antes de arribar a suelo marroquí, la percepción de la ciudad podría ser de una urbe monótona, ya que desde los cielos ves solo la árida tierra color ocre, mimetizada con gran parte de las construcciones del mismo color, pero una vez en suelo marroquí, al ingresar a su renovado aeropuerto, la sorpresa es grata: su belleza y elegancia no pasan desapercibidas.
El aeropuerto de Menara es el principal de la ciudad, la terminal 1, inaugurada en el 2008 con un diseño contemporáneo inspirado en la arquitectura marroquí, el techo y la fachada se entrelazan con un enrejado de rombos de igual dimensión, con vitrales que tienen un toque árabe, los cuales permiten la entrada de luz a todo el interior del edificio.
La terminal 2 -inaugurada en el 2016- es aún más hermosa que la primera, con una gran cúpula de cristal de 30 metros de alto, brinda un toque futurista al estar en ella. Ambas terminales atraen al visitante por su inigualable belleza.
La ciudad está dividida en dos zonas claramente diferenciadas: en el centro de la metrópoli encontramos la urbe vieja, conocida también como La Medina, rodeada de muros de tierra roja que nos muestran la historia que vivió esta antigua ciudad, la cual fue fundada por los almorávides (movimiento islamista radical originado en el norte de África) en el año 1062.
Y la otra zona de la ciudad -extramuros- es la Ciudad Nueva o Guéliz, la cual fue construida por los franceses durante el tiempo que ocuparon la ciudad, de la cual hablaremos más adelante. Hay una regla muy estricta en la ciudad y es que todos los edificios tienen que ser de color rojo ocre, color natural de la tierra local, es de aquí que nace el nombre de Ciudad Roja. Una recomendación muy personal es que si viajan a Marrakech y quieren vivir una experiencia de autenticidad marroquí, deben hospedarse en los famosos riads, dentro de La Medina.
Los riads son las antiguas casas o palacios tradicionales marroquíes en donde vivían las familias de mayor rango social de la época, disponen -por lo general- de dos a tres plantas alrededor de un patio interior o un jardín, que es el elemento central del edificio y el cual permite la entrada de luz al interior de los mismos; estos -en su mayoría- son totalmente cerrados hacia el exterior, por fuera solo se ven grandes paredes y la puerta principal de acceso, sus ventanas únicamente dan hacia el patio interno; esto se debe a que en el Islam, la privacidad del hogar es muy importante.
Estas casas tuvieron una época de esplendor, pero luego fueron abandonadas; años después, inversionistas extranjeros las compraron y las transformaron en hospedajes para los turistas, pero manteniendo, en su mayoría, la arquitectura y decoración tradicional, que muestran un gran trabajo artesanal en puertas de madera trabajada, suelos de mosaicos, detalles de ornamentos en columnas y arcos, trabajos hechos completamente a mano por artesanos. Algunos propietarios han sabido combinar también un toque minimalista en las decoraciones, pero siempre guardando la base de la arquitectura original.
La Medina guarda la esencia de Marrakech, sus pasajes son laberintos en los cuales ni la tecnología de Google Maps evitará que en más de una ocasión se pierda uno caminando en ellos, caminar por La Medina es tropezarte con las motos, con los autos que con suerte logran pasar por sus estrechas callejuelas, encontrarte las carretas con burros que cargan mercancía que va para algún restaurante, o encontrarte carretas tiradas por señores que te ofrecen llevar tus maletas al riad. La Medina es una mezcla de olores, de colores, es perderse en su zoco (mercado), en donde encontrarás desde especias, tejidos, lámparas, joyas, etc., sin duda, lo que busques en el zoco lo encontrarás, no sin antes ser presionado y perseguido en reiteradas ocasiones por sus vendedores.
Por: Julieth Rodríguez Foto 1 y 2: Callejuelas La Medina
En La Medina también encontramos la plaza central y una de las más concurridas de África. En Panamá, y también en Latinoamérica, estamos acostumbrados a plazas que tienen una fuente o alguna estatua simbólica central como punto de referencia, acompañadas de bancas y vegetación, pero la plaza Jamma al Fna dista mucho de lo que estamos acostumbrados a ver, es solo una gran plazoleta donde se desarrolla la vida pública tanto de día como de noche, aunque el escenario cambia dependiendo del horario. En la mañana, el sonido de la flauta del encantador de serpientes te acompaña mientras caminas y encuentras los puestos de venta de especias, jugos y otros.
En la noche, el ambiente cambia, se levantan las carpas y empiezan a proliferar los puestos de comida, las tatuadoras de hena, los músicos callejeros, el escenario se transforma -como mencioné antes-, pero la multitud de quienes transitan en ella en las diferentes horas del día no cambia, la mejor forma de apreciarlo es desde las terrazas de los restaurantes que están alrededor de la misma.
La Medina tiene edificios muy emblemáticos y de visita obligada:
Mezquita de Koutobia: es la más importante de la ciudad, se puede apreciar desde distintos sitios de la urbe, ya que no es permitido que ninguna construcción en La Medina sea más alta que una palmera, una ordenanza muy similar a la que se tenía en las ciudades coloniales de América y Europa, en donde las catedrales se consideraban el edificio más importante y el más alto que tenía la ciudad. De este modo, la mezquita siempre se vislumbra como el punto de referencia más alto dentro de La Medina, con su minarete de unos 70 metros de alto, el cual tiene una decoración diferente en cada cara, combinando adornos florales y epigráficos con entrelazados en relieve, que intercalan pinturas, bandas de azulejos y arcadas.
Por: Julieth Rodríguez Foto 1 y 2: Mezquita de Koutobia 2
Cabe destacar que no es permitido entrar a la misma si no profesas la religión islámica, solo se puede visitar desde el exterior.
Madrasa Ben Yousef: una madrasa es una escuela donde se enseña el Corán y la religión a los jóvenes musulmanes; en su momento, esta fue la principal de todo Marruecos, ya que tenía capacidad para 900 estudiantes y de este modo superó en capacidad a la madrasa de Fez.
Por: Julieth Rodríguez Foto 1 y 2: Madrasa Ben Yousef
Desde el exterior pasaría desapercibida, como la mayoría de las construcciones que alberga La Medina, pero una vez en su interior la impresión es otra, se accede por una pequeña puerta en forma de arco, en el centro de la misma se dispone de un gran patio central también llamado (Patio de las abluciones), con una majestuosa decoración con diversos materiales, coloridos mosaiquillos que revisten tanto las paredes como el piso de los pasillos de los alrededores, sus paredes y columnas están adornadas con esculturas y estucos excepcionales, dinteles y puertas talladas en madera de cedro.
Tumbas Saadíes: un mausoleo de la dinastía Saadí en donde yacen más de 60 miembros de la familia, esta dinastía reinó por más de siglo y medio, pero todos sus vestigios arquitectónicos -a excepción de estas tumbas- fueron borrados por la siguiente dinastía.
Se sitúan rodeadas de jardines, y cuentan con varias zonas para su visita, pero la más visitada y fotografiada por su inigualable belleza es la Sala de las 12 Columnas, con una gran cúpula central tallada en madera de cedro que descansa sobre 12 columnas confeccionadas con mármol y con una delicada y precisa decoración que la hacen excepcional. En el piso se encuentran las lápidas de mármol con inscripciones conmemorativas en las tumbas más importantes.
Por: Julieth Rodríguez Foto 1 y 2: Tumbas Sadiies
La Ciudad Nueva o Guéliz
Al oeste de La Medina -en las afueras de las murallas- encontramos la Ciudad Nueva, creada durante el protectorado francés; la zona tiene mayor similitud con las ciudades occidentales, pero sin dejar a un lado características importantes como el color ocre y altura de los edificios que la conforman.
Es el epicentro de la economía de la ciudad, y alberga la mayoría de empresas e instituciones, con una gran influencia europea, fue diseñada con amplias avenidas arborizadas, de las que la avenida Mohamed V y la Hassán II son las principales de la ciudad, estas se cruzan en la Plaza 16 de Noviembre. A diferencia de La Medina, la ciudad está llena de edificios modernos, áreas verdes y jardines, entre los que se destacan los jardines Majorelle y los de Menara.
Una visita por la Ciudad Nueva es necesaria para ver la otra cara de la urbe, tan opuesta que sentirás que te has cambiado de ciudad.
Marrakech tiene mucho que ofrecer al explorador, hay para todos los gustos, pero sin dejar a un lado lo exótica que puede resultar ser una ciudad con una cultura totalmente diferente.
Duabitad más que arquitectura y diseño
Las opiniones plasmadas en este artículo corresponden enteramente al autor del mismo, no representa la opinión de la empresa.