De La Habana y la convivencia del pasado y del presente en la capital cubana
La Habana, ciudad musical, rumbera y, a la vez, romántica; es de aquellos destinos a los cuales hace falta visitar más de una vez con tal de conocer cada una de sus maravillas y que al final siempre deja al viajero con ganas de volver.
Capital de la República de Cuba, con una población poco mayor a los dos millones de habitantes, está entre las tres ciudades más pobladas del Caribe insular; cuna de la salsa y hogar de innumerables maravillas arquitectónicas que son el legado de una rica historia y un desarrollo sin par en la región hasta los años previos a la Revolución.
Todo viajero que se proponga recorrer esta ciudad debe estar dispuesto a caminar, caminar y caminar, pues es solamente de esta forma que realmente se puede conocer La Habana. De esto me percaté en mi primera visita -a mediados del 2014- y a la fecha me atrevería a decir que recorrería de nuevo con gusto sus calles otra vez, ya que muy por el contrario de lo que uno pueda pensar, siempre hay galerías de arte, cafés, restaurantes y bares nuevos; esto habla claramente de un dinamismo constante y de cómo la sociedad cubana ya no vive en la burbuja comunista de hace unas décadas.
Para entender bien cómo está organizada La Habana es importante saber que -aunque se trata de una ciudad de extensión territorial importante- su núcleo urbano central se divide en tres zonas o barrios principales: La Vieja Habana, Centro Habana y Vedado, cada una con su personalidad, ritmo e -incluso- arquitectura propia, formando un gran conjunto que funciona casi como un organismo vivo en el cual cada parte es importante y depende la una de la otra. El desarrollo de cada una de ellas corresponde a diferentes períodos de la historia de la ciudad, y, en mi concepto, vale la pena dedicar, al menos, un día por zona y así tratar de decidir cuál sector de la ciudad te gusta más; personalmente me resulta difícil escoger entre La Vieja Habana y Vedado, ya verán el porqué.
En La Vieja Habana —declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1981— impresiona la mezcla ecléctica de estilos arquitectónicos, el colonial español convive amistosamente con el colonial francés y el estilo Barroco saluda de mano al Art Decó. Se respira un aire bohemio y relajado gracias a los cafés con música en vivo, restaurantes con exquisita gastronomía local y pintorescas plazas que albergan galerías de arte y museos que hablan de la fascinante historia de Cuba. Sin embargo, las imponentes edificaciones e iglesias que se encuentran en sus calles empedradas y las privilegiadas vistas a los fuertes que protegían la ciudad en tiempos de la colonia, imprimen un carácter monumental a esta parte de la ciudad.
Algunos puntos de interés en La Vieja Habana son imperdibles, por ejemplo, la Plaza de Armas, donde encontrarán El Templete, monumento a la fundación de la ciudad, y el Palacio de los Capitales Generales, sitio en el que se custodian verdaderas joyas de la historia cubana y su época colonial; la Plaza de San Francisco de Asís, el Mercado de Artesanías de San José, Plaza Vieja, la cual he de reconocer que por su encanto es de mis favoritas, la Plaza de la Catedral, la Calle Obispo, núcleo comercial de La Vieja Habana, la explanada del Capitolio que, además, colinda con el Gran Teatro de La Habana “Alicia Alonso”, obra arquitectónica exquisita y recién renovada, el Museo Nacional de Bellas Artes y también el famoso Paseo del Prado -que conduce hacia El Malecón- y funciona, a la vez, como articulación entre La Vieja Habana y Centro Habana.
Centro Habana es -por decirlo de alguna manera- el testigo de la verdadera vida del cubano, la zona con mayor densidad poblacional en toda la ciudad. A principios del siglo XX, sus avenidas principales estaban pobladas de tiendas de lujo que hablaban de la prosperidad económica de la Isla, pero que en la actualidad están ocupadas por modestas tiendas de todo tipo, desde materiales de construcción hasta las ahora de moda ventas de motos eléctricas. Un dato curioso y escasamente mencionado en las guías de viaje es que en Centro Habana existe un pequeño Barrio Chino, y aunque en la actualidad no moran ahí muchos asiáticos, sí se puede apreciar la arquitectura de estilo chino con la típica arcada de madera que da la bienvenida al sector, si están de visita y tienen tiempo disponible no duden en visitarlo, es una verdadera rareza en la ciudad.
Sin duda alguna, lo más destacado en la zona de Centro Habana es que en su límite norte se encuentra el famoso Malecón, impresionante costanera de seis carriles que cuenta con ocho kilómetros de longitud y una inigualable vista al Castillo del Morro y al mar Caribe. Funciona como arteria principal de circulación entre las tres Habanas. Es el lugar de reunión preferido por los cubanos de todas las edades, abarrotado de domingo a domingo por las tardes y noches con grupos de amigos que amanecen tomando ron al son de la salsa o del reggaetón, y también por parejas románticas que disfrutan de las espectaculares puestas de sol y del sonido de las olas en su incesante chocar contra las rocas de la costa.
En la intersección de la Avenida 23 con el Malecón, importante punto de encuentro para los jóvenes de La Habana, -conocido por muchos como La Rampa- es donde comienza el sector de Vedado, la zona más moderna de la ciudad que por su vibrante vida nocturna se ha consolidado en las últimas décadas como un importante eje turístico en La Habana. Este barrio alberga algunos de los hoteles más insignes de la capital, tales como el célebre Hotel Nacional de Cuba, el Tryp Habana Libre, edificio inconfundible en el horizonte de La Habana y el Meliã Cohiba.
El trazado urbano de esta ciudad es reticular, pero es en Vedado donde la red de calles forma una cuadrícula más regular con ejes principales de circulación vial muy importantes; algunos de ellos son la ya mencionada Avenida 23, la Avenida de los Presidentes, y la Avenida Paseo. Es considerado como un ejemplo de desarrollo urbano exitoso, debido a que desde su concepción, el trazado de este barrio incluía amplios bulevares arborizados, grandes parques y se orientó de tal forma que los vientos alisios corrieran libremente. En sus calles y avenidas apreciaremos casas señoriales, grandes monumentos, sedes de ministerios e instituciones gubernamentales y también las oficinas de compañías extranjeras que operan en el país.
Además de las avenidas y los hoteles ya mencionados, hay muchos otros puntos de interés que me atrevo a recomendar: uno que no se puede dejar de visitar es la Plaza de la Revolución, donde encontraremos los monumentos al Che Guevara, José Martí, y el Palacio de la Revolución. Otro lugar que logra impresionar a cualquier visitante es la sede de la Universidad de La Habana, con su monumental escalera y diseño neoclásico es -sin duda- uno de los conjuntos arquitectónicos más dignos de visitar y fotografiar.
Por último, me gustaría invitarlos a que recorran la Necrópolis Cristóbal Colón; para los aficionados a la fotografía, -entre los que me incluyo- este cementerio es una visita obligatoria, es aquí donde reposan los restos de algunas de las personalidades más grandes de la historia cubana, asimismo encontraremos mausoleos de las familias más importantes de la Isla.
Indudablemente, hay otros sitios de interés que podría sugerirles, pero quizás sea mejor que los descubran por ustedes mismos y se sorprendan -como lo hice yo- al aventurarme a visitar “La Isla Fascinante”.