El surgimiento urbano espontáneo
La ciudad de Potosí tuvo su génesis el año 1545 gracias al descubrimiento de plata por los españoles, una inagotable veta que brotaba del cerro llamado Sumaj Orcko (en lengua quechua significa cerro grandioso), marcó el inicio de una prosperidad que levantó la economía de la región y llenó las arcas del imperio español. La bonanza económica hizo posible que el modesto asiento minero adquiriera importancia, es menester mencionar que el propio Miguel de Cervantes, en Don Quijote de la Mancha, señalaba: “vale un potosí” cuando se refería a algo que tenía mucho valor.
Tras la explotación de plata, el asiento minero de Potosí comenzó a crecer de una manera desordenada debido al alto flujo de personas que deseaban hacer fortuna, llegaban desde diferentes partes del mundo. La planificación de la urbe no fue posible por la velocidad con que se fue poblando, hasta que alcanzó aproximadamente los 160 000 habitantes en 1625, convirtiéndose en la urbe más poblada del continente americano en el siglo XVII. A Potosí, la Corona Española le otorgó el título de Villa Imperial, gracias a la cuantiosa riqueza que generó con sus minas argentíferas.
La construcción de templos
La edificación de arquitectura religiosa fue importante para la consolidación del poder, se erigieron varios templos de diferentes estilos en los que se destaca el barroco mestizo, muy propio de la zona andina, con el propósito de evangelizar a los indígenas y generar mano de obra para las minas de plata.
Resulta interesante saber que con la rapidez con la que Potosí comenzó a construir su ciudad y a poblarse densamente, ya para el siglo XVIII había perdido más de la mitad de su población y reducción de productividad minera: “Potosí conoció en el siglo XVIII una auténtica fiebre edilicia, remodelando obras existentes y levantando otras nuevas, en un proceso paradójico en apariencia, ya que esta centuria significó para la Villa Imperial el tiempo de su progresiva decadencia, ante el agotamiento de sus ricos filones…”. (TORREJÓN, Juan. 1992: 172).
Los templos se constituyeron en un importante espacio de evangelización y sincretismo cultural y religioso, en ellos convivieron elementos indígenas y europeos, nacieron diferentes estilos artísticos y arquitectónicos, entre los más importantes por su riqueza ornamental destacan los templos de: la Merced, San Bernardo, San Lorenzo, Santa Teresa, la Compañía de Jesús y San Francisco.
EL BARROCO MESTIZO
La importancia del estilo barroco mestizo fue la fusión de elementos indígenas propios de la región con el barroco europeo, se caracteriza por su decoración que evoca una vegetación exótica, con figuras mitológicas como: atlantes, cariátides, sirenas, ángeles y animales (toros, monos, aves). Esta decoración impropia del entorno geográfico potosino probablemente compensa la escasez de una vegetación variada y exuberante.
La sociedad potosina hizo del barroco mestizo una característica suya en sus construcciones, aunque inicialmente las construcciones se hicieron en el estilo renacentista, se prefirió la utilización de formas recargadas, con mucho movimiento y exceso, tal vez evocando el espíritu de la Villa Imperial de aquel momento que sorprendía con su riqueza, derroche y excesos.
“Uno de los primeros ejemplos donde el barroco aflora es la iglesia de la Merced, cuya construcción estuvo sujeta a un largo proceso. Es de una nave cubierta con artesonado mudéjar, el mejor de la Villa y el mejor de toda Bolivia. Tiene restos de pintura mural en el coro, lo que indica que la actual iglesia es la primitiva, a la que se le ha añadido, a fines, del siglo XVII una portada barroca” (Potosí. Guía de Arquitectura. 2004: 64).
Sin duda, la iglesia de la Merced es un importante ejemplo de este interesante estilo nacido en América, pero una de las obras más impactantes y ricas de la Villa Imperial es la fachada de la iglesia de San Lorenzo de Carangas en la cual convergen un mundo de fantasía lleno de simbolismo y riqueza ornamental en su plenitud. “El momento culminante del barroco potosino, de esta fusión cultural entre lo indígena y lo español que representa el arte mestizo, llegó con la nueva fachada del pequeño templo de San Lorenzo (1728-1744), donde un erudito programa de raíz europea quedó asimilado y transformado por la sensibilidad americana […] de profunda simbología: columnas salomónicas, cuyos tercios superiores se ocupan por cuerpos de indígenas con faldellines, símbolos celestes, sirenas que tocan el charango, y ángeles que tañen la vihuela y el arpa” (TORREJÓN, Juan. 1992: 172).
La incursión de la Compañía de Jesús a la Villa Imperial de Potosí se dio a fines del siglo XVI con el establecimiento de centros educativos, pero no será hasta el siglo XVIII (1700-1707) que se construya el templo de la Compañía de Jesús en estilo barroco mestizo, nunca antes visto en la Real Audiencia de Charcas (se refiere al territorio que actualmente comprende el Estado Plurinacional de Bolivia), junto con la iglesia de San Lorenzo se constituyeron en los ejemplos más importantes del Barroco mestizo potosino, sobre su construcción se dice que fue:
“[…] construida gracias a la generosidad del minero Quirós y a las capacidades arquitectónica y decoradora del cantero indio Sebastián de la Cruz […] La magnífica torre-espadaña que remata su fachada, sin antecedentes en el arte virreinal, imita un arco de triunfo romano con cubierta de tres cúpulas; estando los cuatro frentes horadados por los vanos para las campanas, flanqueadas por columnas salomónicas” (TORREJÓN, Juan. 1992: 172).
Para inicios del siglo XIX, la Villa Imperial de Potosí había perdido su importancia como motor económico y productivo del Virreinato, su población disminuyó drásticamente comparada con la que tuvo siglos atrás. Es de notar también que, en el ámbito artístico, el gusto por el barroco mestizo se fue perdiendo para dar paso al estilo neoclásico impulsado por la monarquía borbónica. En este sentido las construcciones reflejaron el espíritu constructivo neoclásico que se caracterizaba por la vuelta al canon, tener formas simétricas, mostrando una “vuelta al orden”, un ejemplo es la catedral de Potosí que se convertía en una de las últimas grandes obras del legado español en la actual Bolivia.
“ […] Iniciado ya el siglo XIX, comenzó a edificarse la iglesia mayor de Potosí, la última de las catedrales españolas en América. Diseñada por el arquitecto y lego franciscano fray Manuel de Sanahuja, volvió la espalda a la inmediata y rica experiencia arquitectónica de la Villa Imperial, siguiendo el viejo modelo de las catedrales renacentistas andaluzas de Jaén y Granada, que tan grandes influencias tuvieron en las del Nuevo Mundo” (TORREJÓN, Juan. 1992: 173).
Potosí era conocida como una sociedad de pompa y excesos, por el boato de sus fiestas patronales habituales, una de ellas la fiesta de Corpus Christi, donde se derrochaba solemnidad y riqueza en platería. Una descripción de una procesión de fiesta patronal hacia 1556 mencionaba: “Se adornaron las calles con espejos, láminas, pinturas de santos y colgaduras. El suelo con mantas de lana y se hizo una calle de enramada (Potosí carece de vegetación) … Era el centro del desfile un carro triunfal con el cerro de Potosí y la Virgen de Plata encima… Por la noche hubo ‘luminarias’ debiendo entenderse por luminarias, los hachones que alumbran las mascaradas y desfiles y, también, los fuegos artificiales” (GISBERT, Teresa. 2007: 35-36).
A modo de conclusión, se puede afirmar que la Villa Imperial de Potosí durante el periodo colonial, que va desde fines del siglo XVI hasta principios del siglo XIX, se caracterizó por la riqueza y productividad de sus minas de plata, surgiendo una sociedad que buscaba hacerse grandes fortunas, sus fiestas patronales fueron un reflejo de ello, donde existió un derroche de lujo y excesos, de igual manera aquel espíritu estuvo plasmado en su arquitectura que hizo del barroco mestizo una característica, se observó la portada de la iglesia de San Lorenzo como obra cumbre de este estilo al igual que la torre de la Compañía de Jesús, como mejores construcciones barrocas en la Villa Imperial y la Real Audiencia de Charcas. Aquel mundo lleno de bonanza en otrora, con fiestas grandiosas y una rica arquitectura que se mantiene a lo largo de los años se le llama Potosí.