Guatemala, imágenes de ayer y de hoy
Guatemala, un pueblo de contrastes ubicado en la América Central; corazón del mundo maya, un país multilingüe en el que se reconocen 25 idiomas incluido el español. Bañado por dos océanos con sus bellas playas de arena de origen volcánico, un relieve geográfico variado con imponentes volcanes, montañas, valles y ríos, un clima único y vivificante frecuentemente apodado El país de la eterna primavera. Guatemala es un país de gente amable, cariñosa y hospitalaria.
Desde los tiempos de la conquista -en el año 1524- hasta nuestros días, ya sea por rebeliones, inundaciones o terremotos, la capital ha sido cambiada de ubicación en varias ocasiones. Estos movimientos han dejado a su paso un mosaico de invaluables obras arquitectónicas con gran variedad de estilos y con una riqueza histórica y artística digna de apreciar.
En el año de 1776 se funda la Nueva Guatemala de la Asunción en el Valle de las Vacas, lugar en el que la mano del tiempo ha dado paso a la modernidad, haciéndola una ciudad cosmopolita con un pasado colonial manifestado principalmente en su Centro Histórico, que fue el área ocupada por el asentamiento original antes de que se expandiera radialmente. Con el paso de los años se crearon los primeros barrios y las actividades políticas, económicas y religiosas florecen en un tapete de estilos arquitectónicos variados que coexisten en tiempo y espacio: art decó, barroco, neoclásico, ecléctico y art nouveau. Este patrimonio artístico es amenazado por la globalización, el caos, la indiferencia y el acelerado crecimiento urbano, lo que provoca que desaparezcan uno a uno estos edificios de gran valor arquitectónico, dejando la nostalgia de tiempos pasados.
Actualmente, la fotografía y sus incontables aplicaciones nos permiten desarrollar diferentes proyectos y una diversa gama de posibilidades, en donde la reflexión y el contexto conviven, provocándonos una reacción más allá de la simple presentación de la realidad. La intención de mis fotografías es mostrar el antes y el después de dos momentos congelados en el tiempo, teniendo como marco esas obras arquitectónicas representativas en el Centro Histórico de la Ciudad de Guatemala. El hombre, en su contexto, hace vivas las fotografías al aparecer en escena e interactuar con los demás seres vivos que lo rodean. La técnica empleada es sobreponer una fotografía antigua en el
mismo supuesto lugar que fue tomada años anteriores.
El edificio más representativo de la identidad y nacionalidad guatemalteca es el Palacio Nacional de la Cultura, construido por un dictador entre 1939 y 1943, de estilo ecléctico (aunque predomina el neoplateresco). La fotografía nos muestra -tras la victoria de la revolución de octubre en el año 1944- a un grupo de mujeres sonrientes en uno de los tanques utilizados en los enfrentamientos. Setenta y ocho años después, un grupo de policías custodia las instalaciones durante una manifestación campesina.
La iglesia madre de la Arquidiócesis de Santiago de Guatemala y de la República de Guatemala es su catedral, construida entre 1782 y 1815. Esta tiene elementos propios del neoclásico y ha resistido el azote de varios terremotos, gracias a que sus paredes y columnas poseen más de un metro de grosor. En la fotografía se puede apreciar cómo lucía la construcción de la catedral con su original sistema de calicanto; hoy, dos siglos después, es nido de palomas y herencia de tradición religiosa que conserva su antañona presencia en la plaza del Centro Histórico, donde la risa de los niños se mezcla con el pregón de una vendedora ambulante.
La Séptima Avenida -que desemboca en la catedral- con sus calles empedradas, paso de carrozas y paseantes de vestidos largos y elegantes, sombreros arrullados por la languidez de la tarde que poco a poco expira en el horizonte. Hoy, una desenfrenada maraña de cables, el paso interminable de vehículos y afanados ciudadanos indiferentes al grafiti y al arte arquitectónico que los rodea.
El encanto de las fotos antiguas nos trae nostalgia de tiempos que no volverán. Las bellas construcciones, que se resisten a los embates del tiempo y a la mano destructiva del hombre, son presentadas en mis fotografías como un grano de arena para contribuir a la divulgación del arte, de la arquitectura y de la historia. La arquitectura puede interpretarse individual y colectivamente, de tal forma que cada individuo pueda emitir juicios personales sobre su importancia y valor histórico.
Duabitad más que arquitectura y diseño
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