El desafío de estudiar arquitectura: pensando a través de las ciencias de la complejidad
El sistema académico ha colocado esta profesión en áreas del conocimiento de ciencias exactas, humanidades y también en las artes, por lo que se debe afirmar que no se puede fragmentar el conocimiento de arquitectura, puesto que se formarían arquitectos con una sola visión, un solo enfoque y, en su caso, una perspectiva de cuestionar y reflexionar los problemas ante los cuales el alumno se enfrenta en la vida profesional (Sánchez García, 2017, pág. 43).
Como refiere Braulio Hornedo:
Esta absurda dualidad lleva a creer que las universidades, al estar divididas administrativamente en ciencias y humanidades, fueran de esta manera una representación de los fenómenos reales y condicionaran sus diferentes modelos cognitivos a sus respectivas y muy estrechas miradas de especialistas (Hornedo Rocha, 2017, pág. 3).
La disciplina de Arquitectura debe tener puentes de conocimiento con otras disciplinas para la generación de una red cognoscitiva que produzca una articulación de saberes entendiendo que las Matemáticas, la Psicología, la Filosofía y la Geografía, entre otras asignaturas, manifiestan una aportación para la formación del estudiante de Arquitectura (Sánchez García & Acosta Marí2019); el hecho de no hacerlo representa un aprendizaje hasta cierto punto estéril y un retroceso lineal en la apertura de nuevas formas de comprender arquitectura.
Concordando con el trabajo de Alba Dorado (2016) es necesario despertar en el alumno “una actitud que le permita adquirir nuevas experiencias y conocimientos específicos e individuales, procedentes de distintos ámbitos y disciplinas que le lleven a acrecentar su acervo cultural y le ayuden a crear un pensamiento sobre el que concebir el proyecto de arquitectura” (págs. 445-446), por lo que el reto está en apropiar el conocimiento multidireccional que se sustente en otras áreas del conocimiento.
El mundo que hoy toca vivir a los profesores, alumnos e investigadores dedicados a la arquitectura es realmente apasionante y presenta desafíos intelectuales de la propia profesión; la forma en que la disciplina se relaciona con otras manifiesta una posibilidad de interpretaciones, diálogos, procesos proyectuales o metodologías que se hibridan para obtener productos interesantes de diseño; esta apertura de betas de enseñanza-aprendizaje y saberes muestran la multiplicidad de resultados en los trabajos cotidianos de composición en la universidad, que emergen del proceso de interacción disciplinar sin perder la línea rectora de Arquitectura que es el diseño.
El aprendizaje en la ciencia que hoy nos toca vivir debería prohibir aislar el conocimiento, en su lugar: organizarlo, estructurarlo y sintetizarlo en consonancia con los fenómenos actuales que demuestran que la realidad cotidiana necesita ser vista desde esta perspectiva; con esto no se hace referencia a que las teorías clásicas sean obsoletas, sino que es necesario el traslado a las teorías no clásicas en la búsqueda de perspectivas epistemológicas que no estén rebasadas para el pensamiento vigente e, incluso, pensar en una heurística que explique ciertos fenómenos.
Para efectos de reflexión, se debe contemplar la eliminación del enfoque de la Arquitectura como disciplina aislada, esta debiera estudiarse desde las ciencias del hábitat, la Geografía como una de las ciencias de la tierra, la Psicología como ciencia cognitiva, Medicina como ciencia de la salud, entre otras; así mismo, el urbanismo como disciplina pareciera ser la única manera de ver la ciudad como objeto de estudio, siendo una visión muy parcial de una realidad tan compleja que amerita dialogar con todas aquellas disciplinas que interpretan este fenómeno y que, incluso, pretendiera referirse a ciencias de la ciudad como este gran abanico que necesita ser explorado para explicar los fenómenos de la misma.
Entonces, se vuelve el aprendizaje del estudiante un reto intelectual, disciplinar, metodológico y epistemológico para conseguir articular e hibridar distintos conceptos y procedimientos para proyectar arquitectura en la ciudad. Ya no debe ser el punto medular la manera en cómo se enseña en el aula, sino cómo aprende el estudiante ante procesos emergentes.
Complejidad en el aprendizaje
La academia, retomando la conferencia de Carlos Maldonado (2015), ha formado a los estudiantes con capacidad de análisis, pero no de síntesis; es decir, que en las escuelas en general impera una estructura de partición y subdivisión de saberes donde se ha buscado perfeccionar elementos muy puntuales en el ámbito del conocimiento. En Arquitectura, por ejemplo, los profesores son expertos en temas de urbanismo, diseño, estructuras, etc., y actualmente se busca un mundo de especialidades y subespecialidades donde la característica esencial es ser diestro en un tema muy puntual; sin embargo, el estudiante de Arquitectura de hoy debe ser exigido con un cambio de mentalidad para comprender el mundo a través de procesos de síntesis y no de análisis que ayude a interpretar y cuestionar los proyectos arquitectónicos que se producen en la Universidad.
Aunque la propuesta de estas líneas es destinada al proceso proyectual vinculado al diálogo de disciplinas, también es objeto puntualizar que la academia debe reconocer que los alumnos, sin ser investigadores, necesitan acercarse a la exploración del mundo para dotarse de argumentos y concebir el proceso de proyectación como una interpretación del bagaje teórico con las ideas que permean en la mente y obtener un discurso que defienda su producto final.
Lo importante es cuestionar este proceso disruptivo de cambio y transformación donde la arquitectura por sí sola ya no es suficiente para enseñar al alumno a diseñar, proyectar, construir, edificar, etc., como parte de las competencias que le deben ser implementadas antes de obtener el grado. Una propuesta es, en efecto, y basado en los procesos de Maldonado (2015), recurrir a las ciencias de la complejidad en el sentido de no tener un solo objeto en la disciplina, sino una serie de problemas que se resuelven basados en el diálogo disciplinar. Por tal motivo no se puede, ni se debe, hablar de arquitectos que producen arquitectura, sino de especialistas que convergen en problemas del hábitat o fenómenos del diseño con el surgimiento de las ciencias del hábitat o ciencias del proyecto arquitectónico.
En consecuencia con lo expresado, vale la pena también cuestionarse si el estudiante antes de enfrentarse a problemas que necesita resolver mediante un proyecto arquitectónico, es necesario que entienda los propios fenómenos que acontecen en las ciudades, el patrimonio y la vivienda desde un enfoque neutral, que no infiera que todo es un error, sino que lo antrópico es un proceso natural y que la exigencia radica en explorar las perspectivas desde la sociología, geografía, filosofía, antropología, tecnología, etc., para entender la posible solución de un proyecto en arquitectura articulando lo que ofrece la visión compleja.
Esta propuesta recae en enseñar al alumno a pensar como síntesis y diseñar a través del diálogo disciplinar como una de tantas maneras de resolver un problema en arquitectura. Esta postura abre las betas a caminos de diseño y multiplica las posibilidades de expresar una solución arquitectónica que hasta cierto punto debe ser adecuada. Cabe señalar que quizás una morfología pertinente puede nacer de una creatividad espontánea, pero es más viable y lógica cuando tiene un sustento que organice la propuesta de diseño argumentada y sustentada con una perspectiva de la complejidad.
Pensar y diseñar como síntesis exige tomar prestados conceptos y metodologías de otras disciplinas y llevarlos a beneficio del diseño; es necesario aclarar que no son analogías, sino interpretaciones conceptuales, por lo que la complejidad no es pensar con muchos elementos, sino visualizar lo que aporta cada uno para detonar el diseño del proyecto de arquitectura.
Aquí, retomando a Maldonado (2015), si el conocimiento no debe fragmentarse, entonces las preguntas son por qué uno se forma como arquitecto, qué pasa si solo me gusta el diseño; el alumno debe entender que se inicia como arquitecto, pero no debe concluirse como uno en el sentido estricto; es más, no hay complejidad vinculada a la arquitectura si no se desprende de la arquitectura misma y solo así se integra al nuevo paradigma del diálogo con la interpretación del mundo real donde la arquitectura por sí sola ya no es dibujar, proyectar y construir, sino que la riqueza aparece cuando se apertura a la incertidumbre, a la capacidad de asombro y a la hibridación de formas de pensar en arquitectura.
El punto probablemente más noble de entender las ciencias de la complejidad en arquitectura es la no linealidad de los procesos creativos que distan los aportes de las ciencias naturales como los de Aristóteles, Descartes o Newton como procesos deterministas, sino como la incertidumbre de Heisenberg, los estados caóticos, los flujos no lineales, el efecto de mariposa, entre otros, que engloban las emergencias, lo impredecible, la indeterminación o la irregularidad y que abren con más fuerza la necesidad de buscar y articular una estructura cognoscitiva para llevar al límite al aprendizaje, buscando puntos de diálogo hacia una arquitectura más tecnológica, una arquitectura más humana, una arquitectura más emergente y, en estos tiempos, una arquitectura más virtual.
Un ejemplo para dialogar con las otras disciplinas, en primer año de grado, es hacer ver al estudiante el uso de un concepto fuera de arquitectura como lo es el caos o la emergencia para manipular la forma; la oblicuidad -generalmente- rompe el esquema ortogonal preconcebido del estudiante, pero acepta que dentro del caos siempre se puede interactuar con el habitar, incluso la infinidad de morfologías que de este concepto emanan se vuelve tan simple como solo intersectar planos oblicuos, pero con características fenomenológicas que no anticipan con el inicio del diseño, sino que ayudan al estudiante a manifestar la capacidad de asombro.
Si bien hay que reconocer que algunas formas de aprender quedaron obsoletas, lo cierto es que la transformación en hacer arquitectura deja de lado lo posmoderno y, eventualmente, se entra en la era digital; ya no se habla de una heterotopía, sino de una distopía, la poética pasa a lo digital y hablar de una antiforma pasa a un data process (Castillo Fuentes, 2022) que rediseña el proceso de aprendizaje, entonces, si las ciencias de la complejidad abonan la disrupción disciplinar de la arquitectura, la segunda etapa es, precisamente, el contexto digital que permea en la pospandemia.
No es de negar que ante esta ruptura de la academia en arquitectura como forma de aprender, ahora se transita a un plano digital donde las competencias del estudiante se convierten en la destreza de herramientas digitales cuyo proyecto final no desarticula las habilidades proyectuales, sino que cambia el canal de presentación y de diálogo como parte de una metodología arquitectónica, y hay que reconocer que las herramientas digitales también forman parte de una adaptación y transformación de la actualidad que toca vivir y que se acentuó por causas de la pandemia por COVID-19 donde el aula de experimentación pasó a ser parte de plataformas digitales.
Ante esto, las ciencias de la complejidad no se enemistan de la forma tradicional de hacer arquitectura con modelos físicos o con la nueva era de la virtualidad en foto-realismo, sino que acepta la era digital como un abanico de nuevas herramientas para el estudiante de Arquitectura para el aprendizaje significativo, pero que no se aferra a una forma específica de hacer arquitectura; por ello dialoga con las disciplinas y acepta -por otro lado- que las habilidades que debe poseer el estudiante han sido exigidas por la contemporaneidad de estudiar arquitectura.
Conclusiones
Por ende, el desafío de estudiar Arquitectura transita a dos puntos importantes: el primero es reconocer la necesidad de que antes que resolver problemas se deben estudiar fenómenos en las viviendas y ciudades que deben ser analizados desde otros campos disciplinares y que se abona al diálogo disciplinar con diseño basado en principios argumentativos de otras disciplinas, ya que la interpretación de un concepto ajeno al campo disciplinar de Arquitectura manifiesta una opción de diseño que nace de la conciencia metafísica y del cual parte una gran cantidad de soluciones posibles. Por tal motivo, es imperante e interesante mostrar al alumno que cada concepto, después de ser explorado y entendido, manifiesta una oportunidad de llevar los axiomas y principios al proceso proyectual y utilizarlo como herramienta de diseño.
La formación de la complejidad hacia el aprender arquitectura no es radicalmente pensar en multidisciplinar, sino es indisciplinar el conocimiento, no pensar disciplinar, dejar el paradigma de la arquitectura para abrirse más brechas de diálogo que permitan construir una nueva forma de pensar en arquitectura más inmerso en la contemporaneidad, abierto a posibilidades metodológicas y a perder la noción de solo pensar en arquitectura al interactuar con un mundo cambiante lleno de relaciones y obtener la oportunidad para presentar proyectos de gran impacto en la sociedad y en el mundo, dejando de lado el solo hecho de la forma, función y estructura.
En una última reflexión cabe mencionar si la era digital muestra un acoplamiento al aprendizaje del estudiante con nuevas técnicas de lo que lo manual no puede producir pero que la forma de pensar exige, entonces, ¿se puede hablar de una nueva forma híbrida de aprender?, ¿cómo abonan las disciplinas a la solución de problemas arquitectónicos?, ¿qué características puede tener el proceso de aprendizaje ante la disrupción de pensar y actuar en arquitectura? Quizás la respuesta no se encuentre en intentar producir estrictamente una forma de aprender de manera compleja en la universidad de Arquitectura y que dista un poco de la arquitectura tradicional, pero se inicia con reconocer que el cambio de paradigma representa que ya no es suficiente solo hablar de arquitectura para aprender arquitectura ante la contemporaneidad de un contexto digital para ser arquitecto, sino que al estar rebasado por la propia disciplina debiéramos formar profesionistas en ciencias del hábitat o en ciencias de la ciudad.
Duabitad más que arquitectura y diseño
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