Antes de empezar a escribir las primeras líneas de este escrito, me tomé un tiempo para meditar y reflexionar. Acostumbro a ubicarme en el anonimato detrás del telón, detrás de la lente, ya que, para mí, el espectáculo se encuentra siempre al frente, capturado dentro de un sensor de treinta y cinco milímetros en una cámara fotográfica.
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