UNA CITA CON: JOSÉ ALBERTO CANO
Antes de empezar a escribir las primeras líneas de este escrito, me tomé un tiempo para meditar y reflexionar. Acostumbro a ubicarme en el anonimato detrás del telón, detrás de la lente, ya que, para mí, el espectáculo se encuentra siempre al frente, capturado dentro de un sensor de treinta y cinco milímetros en una cámara fotográfica.
Recuerdo con mucha nostalgia cuando conseguí -con mucho esfuerzo- mi primera cámara semiprofesional: era un modelo Canon Rebel Xsi de segunda mano, con un lente sencillo de cincuenta milímetros. Acostumbraba a hacer fotografía por pasatiempo y, en algunos casos, las personas me contactaban para cubrir eventos sociales pequeños; para ese entonces había recibido la hermosa noticia sobre el nacimiento de mi primera hija, y lo que para ese momento consideraba un pasatiempo, poco a poco fue transmutando hasta convertirse en un rumbo profesional.
Mis inicios profesionales se remontan al 2009, cuando obtuve mi primera cámara fotográfica semiprofesional Réflex y empiezo a laborar como diseñador gráfico para la firma Mallol Arquitectos. Para ese año, ya tenía mi pequeño emprendimiento llamado Ochentaydos, en el que me dedicaba a brindar soporte a pequeñas empresas en todo lo relacionado con la gestión de marca y las artes visuales. A medida que el tiempo fue pasando, dentro de la firma empecé a sentir una gran conexión entre la arquitectura y la fotografía. Fue entonces que -poco a poco- el enfoque de Ochentaydos fue transformándose hasta convertirse en Ochentaydos Fotografía Arquitectónica.
Fue tal la pasión por la fotografía en ese entonces que -como anécdota- les comparto que recibí uno de los premios nacionales en artes visuales Roberto Lewis, en 2011, tras competir con alrededor de doscientos fotógrafos. Todos estos acontecimientos contribuyeron en gran manera a ir perfeccionando mi técnica e ir aprendiendo otras destrezas en composición de fotografías especializadas. El apetito por aprender, ser autodidacta y querer explorar cada minucioso detalle de este fascinante mundo, parecía no tener fin.
Creo que una de mis virtudes, y, a la vez, no tanto, es el hecho de ser una persona extremadamente sensible y es que a raíz de esto sufro -desde muy pequeño- de un trastorno conocido como TAG, el cual me ha permitido ver el mundo y todo lo que me rodea de una manera profunda, diferente y especial, pero a su vez se sufre mucho al no tener el control total sobre los ideales. Gracias a esto llego a la conclusión de que la fotografía es -sin lugar a dudas- el arte que evoca, entrelaza y captura diversos sentimientos complejos que tienen un impacto importante en la psiquis. Una buena fotografía es capaz de hacer reír, es capaz de hacer llorar, es capaz de hacer sentir una profunda nostalgia.
El proyecto que realmente hizo que las personas notaran mi trabajo fue en el año 2015, cuando tuve la oportunidad de realizar una sesión fotográfica con la agencia de autos de lujo Auto-Star, Mercedes Benz, en Santa María. Recuerdo que la empresa para la que trabajaba como outsorcing tenía una fiesta privada por su aniversario, donde colocaron mis fotografías en pantalla grande y muchas personas se me acercaron para preguntarme por mi trabajo, incluso para mi sorpresa, muchas de ellas ya sabían de mí. Esto fue algo inesperado, ya que era la primera ocasión en que mi trabajo era elogiado públicamente frente a muchas personas. Estaba muy orgulloso y a la vez un poco apenado, ya que nunca había estado acostumbrado a recibir cumplidos.
Resultado de todo lo anterior fue el salir de mi zona de confort y, en ese mismo año (2015), abandoné la firma para perseguir mi sueño: poder brindar mi servicio a firmas nacionales e internacionales bajo mi propio sello. No pasó mucho tiempo cuando recibí la llamada para mi primer proyecto internacional, trabajando para la firma BHDP Architects con base en Atlanta, Estados Unidos, y se trataba sobre una de las sesiones fotográficas más complicadas de mi carrera en el Centro de Operaciones del Banco General, en Panamá. Esta sesión sigue siendo -hasta la fecha- la más extensa, y es que poder coincidir con el clima perfecto para las capturas y las condiciones adecuadas abarcaron alrededor de tres meses de trabajo.
En la actualidad, colaboro con una nueva generación de arquitectos y diseñadores que, con las nuevas tendencias y avances, han llegado a ofrecer espacios de calidad realmente sorprendentes.
La fotografía ha influido enormemente en mi personalidad, al poder apreciar la vida desde un punto de vista totalmente diferente. El poder analizar las diversas condiciones de la luz, detalles, sombras y texturas, también aplica para distintas situaciones cotidianas del vivir. Es inevitable para mí el dejar de asociar las emociones personales, la autoestima e, incluso, la búsqueda de la felicidad con cada captura de mi lente.
¿Cuál es el futuro para Ochentaydos? Entre los planes están el poder hacer algún tipo de docencia, poder compartir con otras personas el conocimiento y a su vez el poder aprender de los demás. Necesitamos estar en constante contacto con personas que tengan maneras diferentes de pensar y de sentir. La humildad y la sencillez para aceptar pensamientos críticos y razonamientos ajenos a los nuestros son la clave para seguir creciendo espiritualmente como seres humanos y como profesionales.
Para culminar, aprovecho para citar una poderosa frase de la fotógrafa Chelo García: “La fotografía, así como la vida, es la captura de un momento, una esencia, un suspiro…”.
Duabitad más que arquitectura y diseño
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