PANAMÁ, EL NEXO DE LAS AMÉRICAS
Panamá en el contexto colonial
Hablar de Panamá es hablar del Istmo, un espacio importante dentro de la historia mundial gracias a su importancia geopolítica, aquellas tierras tan transitadas a través de los tiempos actualmente conforman la República de Panamá. Durante el siglo XVI se constituyó en bastión de la conquista española en los denominados territorios de Tierra Firme (hace referencia a los territorios que se encontraban dentro del continente americano): “el primer español que visitó las tierras de la actual provincia de Panamá fue Vasco Núñez de Balboa en 1513. Pedrarias Dávila fundó el 15 de agosto de 1519 la ciudad de Nuestra Señora de la Asunción de Panamá, la primera ciudad a orillas del Mar del Sur. (Ecured, 2011: 1).
En 1520, la Ciudad de Panamá se constituyó en capital de la Gobernación de Castilla del Oro, por su situación geográfica y ante la amenaza de los nativos: “esto ocurría antes de que Cortés llegara a México y Pizarro al Perú, lo que explica que Panamá se convierta durante estos años en el centro de la expansión colonizadora en el Nuevo Mundo” (Castillero, 2015: 102).
En ella se aplicaron los modelos urbanos para el trazado de ciudades en el denominado Nuevo Mundo, desde Panamá se divulgaron las instrucciones para su aplicación en todas las futuras colonias españolas en América. La antigua Ciudad de Panamá, conocida también con el nombre de Panamá La Vieja, fue la primera ciudad española fundada a orillas del océano Pacífico, actualmente se encuentra en ruinas.
Se puede observar una maqueta de la antigua ciudad de Panamá, en la que se muestra la ciudad durante el siglo XVI, estaba organizada en torno a una plaza principal junto a la iglesia matriz y edificios de gobierno, en torno a ella diversas casas de madera de una sola planta, además del puerto y el fuerte, el cual se encontraba amurallado ante las constantes amenazas de asedios a manos de piratas y otras potencias europeas.
Después de algunos años de fundada la ciudad, logró aumentar su importancia colonial ya que: “el 26 de febrero de 1538 fue establecida en el Istmo, la Real Audiencia de Panamá por real cédula expedida por Carlos V, la cual estaba compuesta por cuatro oidores o jueces y un fiscal. El presidente de la audiencia era, a la vez, el gobernador del Istmo de Panamá (Inec, 2012: 6).
La relevancia que adquirió la Ciudad de Panamá durante la etapa colonial temprana fue, sin duda, debido a su ubicación geográfica, próxima a los océanos Pacífico y Atlántico, logró convertirse en el epicentro de las comunicaciones entre América y Europa, lo cual implicaba también un gran riesgo por parte de las potencias extranjeras de la época:
“El estrecho istmo de Panamá era el lugar más lógico para comerciar, vía el Caribe, hacia y desde la costa sudamericana del Pacífico (…) A pesar de ello, la ruta panameña causó muchos trastornos. La naturaleza del terreno y la proximidad de los dos océanos hacían imposible el ocultar la ciudad principal tierra adentro, como en el caso de México o Bogotá. Lo angosto del Istmo hacía de las ciudades allí establecidas presa fácil para los piratas, al contrario de Lima o Santiago de Chile, bien escondidas lejos de la costa del Pacífico. Por eso, las ciudades de Panamá, lazo de unión vital del sistema colonial español, eran difíciles de defender, se veían a menudo atacadas y causaban gran preocupación al gobierno imperial” (Bethell, 1990: 54).
La ruta comercial que estableció la Corona española con Panamá en mitad del itinerario entre la metrópoli y sus colonias sirvió de lugar de descanso y almacenamiento, respondía al trayecto que seguía el circuito de la plata, el cual llegaba desde el Virreinato del Perú, la riqueza argentífera de las minas de Potosí fue el botín que tenía como destino España: “La consagración del istmo panameño como zona de tránsito y centro de intercambios a escala continental (y muy poco después a escala mundial) llega a mediados del siglo XVI, cuando, tras el hallazgo de grandes yacimientos de plata en México y Bolivia…” (Castillero, 2015: 104).
Aquel largo viaje partía desde Potosí para llegar a la ciudad de Lima y embarcarse a la Ciudad de Panamá, donde la plata hacía trasbordo para llegar al Atlántico, luego navegar hasta La Habana, partir hacia Cádiz y finalmente a Sevilla, el auge de la plata de Potosí estuvo vigente durante el siglo XVI y parte del XVII, cuando comienza a menguar la producción: “Una vez al año se la trasladaba en una flota protegida desde El Callao a Panamá; y desde allí, en recuas de mulas, atravesaba el Istmo hasta Nombre de Dios, pasando luego a Portobelo, para reunirse con las flotas que iban a Sevilla” (Bethell, 1990: 68).
Todo el movimiento que se suscitaba en el Istmo de Panamá hizo que surgieran grandes fortunas y se establecieran en ella personas de todo el mundo, la relación de dependencia entre Panamá y el Virreinato del Perú fue muy grande durante gran parte del período colonial: “Panamá fue una ruta natural para el tránsito de mercancías y personas. Entre 1606 y 1739 se realizaron en Panamá las Ferias de Portobelo, donde convergían las expediciones comerciales provenientes de España con mercancías para ser vendidas en las colonias; de regreso trasladaban metales preciosos y otros productos procedentes, principalmente, del Virreinato del Perú. Los galeones llegaban a Portobelo, en la costa atlántica de Panamá, y la mercancía era transportada en mulas desde y hasta la costa Pacífica, desarrollándose en Panamá el primer sistema de transporte multimodal interoceánico” (Fal, 2014: 2).
Como se mencionó antes, el transporte de la plata fue la razón principal que motivó el desarrollo y la actividad comercial en Panamá, al ser un punto vital en la larga travesía transoceánica. Tras la caída de la producción de Potosí, la importancia de las minas de plata de México tuvo su auge a partir del siglo XVII, cuando comenzó a generar mucha riqueza de la que Panamá también fue beneficiada.
La actividad comercial que Panamá mantuvo durante aquellos siglos fue muy intensa, ya que atrajo la atención de grandes compañías europeas a nivel mundial. El comercio con Asia fue una de sus actividades de mayor importancia, el transporte de plata hacia China, principalmente, ayudó a fortalecer las rutas de plata clandestinas y trajo consigo una serie de productos de lujo y exóticos al mercado colonial panameño y americano: “a principios del siglo XVII llegaban a Panamá compañías venecianas para comprar perlas y venderlas en China, de donde se traían a Panamá seda, platos y jarros de porcelana y artículos de bronce de la dinastía Ming” (Castillero, 2015: 104).
Los trayectos comerciales de Panamá con las colonias americanas, con el Viejo Mundo y con Asia hicieron que el territorio del Istmo sea una pieza articuladora dentro de los circuitos mundiales de la época. Se puede afirmar que: “Panamá quedó desde entonces estrechamente vinculada a la naciente economía mundial, y a la primera globalización del planeta” (Castillero, 2015: 104).
Aquella bonanza económica que Ciudad de Panamá vivió durante los siglos XVI y XVII fue afectada con un desfavorable evento a finales de siglo: “fue hasta 1671 la principal ciudad del Istmo hasta que fue saqueada por el pirata Henry Morgan. Morgan obtuvo tanta riqueza de su saqueo que necesitó 165 mulas para transportar el botín. Después de la destrucción de esta primera Ciudad de Panamá se ordenó su traslado a una pequeña península cerca del cerro Ancón” (Ecured, 2011: 4).
El saqueo a Ciudad de Panamá en 1671 significó la materialización de todos los riesgos y vulnerabilidades que tenía la Corona española con relación a sus ciudades costeras, más aún en un sitio tan estratégico como el Istmo, el botín que se llevó el pirata Morgan entusiasmó -sobre todo- al imperio inglés a financiar más asaltos a las ciudades españolas costeras en circuitos comerciales importantes. Es así que la administración española en Panamá decidió: “el 21 de enero de 1673, dos años después, la ciudad fue trasladada por el gobernador y capitán general, don Antonio Fernández de Córdoba y Mendoza, al sitio que hoy se conoce como El Casco Viejo. Esta ciudad fue rodeada de una fuerte muralla con su respectivo foso para protegerla de posibles ataques de otros piratas o enemigos” (Inec, 2012: 6).
Durante el siglo XVIII, Panamá vivió un período de prolongada depresión económica debido a la suspensión de las famosas ferias de Portobelo, las que se realizaban allí desde el siglo XVI, una de las más importantes de América: “en consecuencia, la plata que bajaba desde las minas altoperuanas a Panamá cambiaría de ruta: una iría por el Cabo de Hornos y otra bajaría desde Bolivia a Buenos Aires. Panamá pasó a depender, entonces, de la venta de esclavos, del contrabando, del subsidio o situado que le llegaba de Lima, y del comercio regional” (Castillero, 2015: 110).
El camino a la independencia
La entrada al siglo XIX fue un paso decisivo en cuanto a las emancipaciones de las colonias españolas en América, mientras en Sudamérica el Virreinato del Río de La Plata (englobaba a los actuales países: Argentina, Paraguay, Uruguay y Bolivia) se independizaba, se debió cortar la ruta de las exportaciones de plata que salían por Buenos Aires y se volvió a la antigua ruta que pasaba por el Istmo de Panamá, lo mismo sucedió con México que -con el bloqueo del puerto de Veracruz- se tuvo que transportar la plata hasta Panamá, durante este siglo de emancipaciones, Panamá logró reactivar su relación con el comercio mundial.
El movimiento panameño de independencia de la Corona española se inicia con diversos momentos separatistas en noviembre de 1821, fue el inicio del proceso emancipador de Panamá que se materializó: “(…) En los sucesos del 28 de noviembre de 1821, en que Panamá se declaró emancipada de la Corona hispánica (…)” (Arosemena, 1999: 6).
La relación que mantuvo Panamá con el Virreinato de Nueva Granada desde su fundación, significó que tras su emancipación se decida formar parte de Colombia, la figura de Simón Bolívar como estratega y líder del movimiento emancipatorio en América fue un respaldo para consolidar la unión: “Por razones de seguridad militar (ya que se esperaban tropas realistas de Cuba o de Florida e incluso de Ecuador) y por el prestigio de Bolívar, Panamá decidió en ese momento formar parte de Colombia...” (Castillero, 2015: 113).
La entrada al siglo XIX hizo que Panamá ahondara sus diferencias con Colombia, el saber que su privilegiada posición geográfica se vería beneficiada con la construcción de un ferrocarril o un canal, ayudaría a consolidar su desarrollo. El poder administrar sus propios recursos con total libertad llevó a tomar la decisión de romper lazos con Colombia. Panamá tenía intereses económicos y políticos que generaban conflicto con los del gobierno colombiano: “La ‘insurrección’ del 3 de noviembre de 1903 fue, precisamente, el movimiento exitoso que emanó de la búsqueda de autonomía por parte de los panameños (…)” (Chirú, 2016: 54).
La separación de Colombia ayudó a que Panamá retomara su tradición marítima y comercial, abierta al exterior y las inversiones que se avizoraban respecto al “canal”, el lazo de las comunicaciones entre los océanos Pacífico y Atlántico significaría un cambio en las comunicaciones y rutas marítimas a nivel global.
El canal de Panamá
La idea de establecer un paso directo entre el Pacífico y el Atlántico data desde la etapa temprana de la colonización española en América: “en 1534, Carlos V de España ordenó el primer estudio sobre una propuesta para una ruta canalera a través del Istmo de Panamá. Más de tres siglos transcurrieron antes de que se comenzara el primer esfuerzo de construcción. Los franceses trabajaron por 20 años, a partir de 1880, pero las enfermedades y los problemas financieros los vencieron” (Pancanal, 2020: 1).
Aquel deseo de unir ambos océanos mediante un canal no se pudo materializar durante el período colonial, a pesar de ser una época de intensa actividad marítima, exploraciones y conquistas, el Istmo de Panamá pudo haber sido aún más preciado si es que se lograba la construcción de un canal, sin embargo, aquel deseo se fue concretando bajo la administración colombiana de Panamá:
“Durante el siglo XIX se realizaron varias expediciones científicas al istmo centroamericano que culminaron en la presentación de resultados ante el Congreso Internacional de Estudios del Canal Interoceánico celebrado en París en mayo de 1879, en el que se elige la ruta para construir un canal a nivel del mar entre el Atlántico y el Pacífico por Panamá. La magna obra de los franceses fue iniciada por de Lesseps el 1 de enero de 1880. Después de una multitud de calamidades de toda índole, la Compagnie Universelle du Canal Interocéanique se declaró en quiebra el 15 de mayo de 1889. En un esfuerzo por salvar algo de la inversión, los interventores de los bienes de la compañía conforman -en 1894- la Compagnie Nouvelle, que trató sin éxito de continuar la obra hasta que la intervención de los Estados Unidos cambió la historia” (Fal, 2014: 2).
Bajo la administración estadounidense para la construcción del canal se logró terminar con aquella ardua tarea, que se convertiría en una de las mayores inversiones económicas de la época: “El 15 de agosto de 1914 se inaugura oficialmente el Canal de Panamá. Correspondió al vapor Ancón, el honor de ser la primera nave que transitará por la nueva ruta. Según registros oficiales del gobierno norteamericano, esta grandiosa obra se realizó a un costo total de 539 millones de dólares” (Bazán, 2000: 54-55).
La apertura del Canal de Panamá fue un hecho que cambió las rutas comerciales a nivel mundial, si bien la inauguración del canal de Suez entre Asia y África tuvo un impacto grande en el comercio marítimo entre el mar Mediterráneo y mar Rojo con salida al Índico, el caso de Panamá fue un nexo articulador de toda América y punto de conexiones con Europa, el este de China, Japón y sudeste asiático.
Panamá en la actualidad
La administración estadounidense en el canal de Panamá se llevaba la mayor parte de las ganancias. El 10 % se quedaba en Panamá, aquella situación significaba una limitación al desarrollo del país, por lo cual, en diversas ocasiones, el gobierno panameño intentó negociaciones con Estados Unidos para la recuperación del canal, tras episodios de enfrentamientos: “este proceso culminó con el Tratado Torrijos–Carter de 1977 y finalmente con la entrega del canal y la salida de la última base militar de la Zona en diciembre de 1999” (Castillero, 2015: 116).
Actualmente, Ciudad de Panamá es la principal ciudad del país, el centro económico y cultural con una creciente actividad financiera y con presencia de diversos bancos internacionales, es considerada una de las ciudades más competitivas de América Latina. Desde que el canal pasó a manos del gobierno panameño, los ingresos se incrementaron, haciendo del país uno de los más prósperos de América Central, la actividad turística forma parte importante de su desarrollo.
Se concluye ratificando que Panamá, desde su nacimiento y gracias a su privilegiada condición geográfica, es actualmente el nexo de toda América y pieza importante para las comunicaciones mundiales entre los diversos continentes. El canal de Panamá es una de las maravillas del mundo contemporáneo, y su funcionalidad ha servido para que países del cono sur puedan comunicarse de manera más rápida con el mercado europeo y la costa este de Norteamérica.
Duabitad más que arquitectura y diseño
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