La vieja Aspinwall, hoy antagónica de la Ciudad de Panamá

 
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Estos días han terminado de sacar a relucir una de las realidades más perturbadoras del desarrollo socioeconómico latinoamericano: la profunda brecha de la desigualdad.

Hace algunos años, en mi época de estudiante, ejercicios en la materia (cátedra) de Urbanismo me llevaron a una conclusión que se relaciona con la premisa de las primeras líneas de este párrafo, la ciudad de Colón es la antagónica de la Ciudad de Panamá.

Guardando proporciones, quien haya visitado ambas ciudades sabrá que en la capital panameña abundan los rascacielos, un sistema de transporte aceptable, sitios de ocio de todo tipo, centros comerciales, puertos internacionales de relevancia, un aeropuerto intercontinental, una ciudad conectada con todo el resto del país, en fin, una ciudad cosmopolita. Mientras que al otro lado de la cuenca del Canal, en ese eje Atlántico-Pacífico llamado Canal de Panamá, se encuentra la otra puerta de la vía interoceánica, la ciudad de Colón. Una ciudad con todo el potencial para ser un espejo de la anterior, pero que por numerosos aspectos se encuentra en una postura más opuesta que a la par; en Colón no hay una variedad amplia de entretenimiento, hay una alta tasa de delincuencia y criminalidad, la imagen de la ciudad está empañada por lo malo que ahí sucede (como si en todas partes del mundo no pasaran malas cosas), hay un alto porcentaje de zonas marginadas de viviendas que se caen a pedazos en medio de aguas servidas, y la realidad, en general, es de una ciudad con notables deficiencias. En una encuesta rápida que realicé en redes sociales (que no tiene nada de científico, pero da una aproximación al pensamiento colectivo) 18 personas de 20 encuestadas dijeron que no se mudarían a Colón, los argumentos más frecuentes fueron la percepción de inseguridad y la insalubridad urbana.

 
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Algo importante de resaltar es el estigma que persigue a la ciudad, tal como los resultados de la pequeña encuesta, existe una percepción muy mala en -al menos- el 90 % del país; todo esto a pesar de que los colonenses son personas muy joviales, alegres y sencillos, y que día a día luchan por sacar adelante su ciudad y su provincia (Colón es la capital de la provincia homónima panameña).

Podríamos compartir páginas enteras sobre el contraste de ambas ciudades, sin embargo, en esta ocasión nos centraremos en el urbanismo original de cada una. Es imperioso mencionar como primera gran diferencia urbanística entre Colón y Ciudad de Panamá (cascos de ambas, reitero, trazados urbanos originales), la génesis de cada una; así, sus gestores, el tiempo y el espacio harán que ambas  -desde el inicio- sean totalmente diferentes. Primeramente: Ciudad de Panamá fue una ciudad como tal, hispánica y colonial; Colón, comercial, transitoria y norteamericana, un conjunto de edificaciones que respondían a actividades específicas aunque no a muy diferentes objetivos.

La Ciudad de Panamá (Casco Antiguo) se creó respondiendo a la necesidad de planificar una nueva ciudad y trasladarla a un lugar estratégicamente más defendible (y también por el gran incendio que destruyó Panamá La Vieja), la de Colón surgió -más que todo- como un asentamiento para satisfacer necesidades básicas de los trabajadores del ferrocarril Transístmico (entre estas, la vivienda); las estrictas instrucciones del rey de España no permitieron ningún “elemento” novedoso en la Ciudad de Panamá, mientras que en Colón, si bien se siguieron ciertos parámetros, fue una ciudad mucho más “urbanamente heterogénea”.

La geografía también juega un papel importante, en Colón tuvo que responder a puertos y al ferrocarril, ríos, lagunas y explanadas fueron elementos determinantes en su planificación original que, incluso, implicó el relleno de un pantano. El Casco Antiguo de la Ciudad de Panamá se construyó en una península, con pendientes casi nulas y en un espacio delimitado por las murallas. Recordemos aquí que la diferencia en el nacimiento de ambas ciudades es de casi 300 años, una anotación preponderante.

Tras presentar diferencias de contexto, pasemos a mencionar datos específicos de las trazas urbanas:

  • Ciudad de Panamá tenía dueños en cada manzana; Colón tenía arrendatarios (era una zona concedida, no vendida).

  • En Colón, las manzanas tenían medidas específicas, todas del mismo tamaño, en Ciudad de Panamá (casco) si bien el trazado era reticular, las propiedades en tamaño respondían a la “importancia o prestigio” del dueño.

  • Los estratos más altos de la sociedad y la Iglesia católica (principalmente) se encontraban como en toda ciudad hispánica alrededor de la plaza central de la ciudad (Panamá), en Colón, más norteamericana, estos grupos (y las iglesias, en su mayoría protestantes) se ubicaban en las afueras, más lejos de los lugares de trabajo.

Hecho este análisis, no habría razón alguna para sustentar que la situación actual de Colón recae en su planificación urbana. Muy probablemente (por no darlo por hecho), la negligencia gubernamental y las pocas iniciativas de éxito para desarrollar socioeconómicamente la ciudad han pasado factura año tras año a la que fue llamada “la tacita de oro” en los tiempos de la construcción del Canal y que hoy debería ser la New Orleans de Latinoamérica.

Aún falta una respuesta que sí puedo darles con seguridad, Colón tuvo por algunos años dos nombres: Colón y Aspinwall, este último era el nombre que sugerían los estadounidenses encargados de la construcción del ferrocarril Transístmico, los lugareños lo llamaban Colón y los foráneos, Aspinwall. La disputa culminó cuando el gobierno colombiano (recordar que en ese entonces Panamá era el Departamento de Istmo de la Gran Colombia) ordenó que toda la correspondencia que llegara a Colón con el nombre de Aspinwall fuese regresada a su remitente.

Hoy, no importa mucho si se hubiese llamado Aspinwall, al final, ¿qué gran aporte hizo Cristóbal Colón a la ciudad? Ninguno. Tengo la certeza de que más allá de eso un mejor destino para sus habitantes pesaba más que el nombre. Queda decir que ambas ciudades son muy diferentes respondiendo a lo ya mencionado, antagónicas o no, las dos tienen un elemento común que catalogo como invaluable: riqueza histórica, ambas surgieron en períodos determinantes de Panamá, y las dos ejemplifican claramente a cada uno en lo social, urbano y cultural.


Maximiliano Egroj / Arquitecto

Maximiliano Egroj / Arquitecto

 

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