Al hacer un alto y mirar al pasado, se acumulan memorias de lo vivido. Sin embargo, si hablamos de mis inicios en la arquitectura siento que de niño mostré siempre esa pasión por el dibujo, la pintura y el crear. Algo que años más tarde se ha convertido en mi pasión y en más que una carrera profesional.
Siempre le contaba a mi madre que de adulto quería ser pintor, pero con el paso del tiempo y al llegar a la universidad, decidí ser arquitecto, orgullosamente hoy lo digo. Me encanta mi carrera, pero una vez lo vives, conoces todo lo que hay que pasar y es cuando verdaderamente te das cuenta de que es una carrera para resistentes y no para inteligentes. La carrera de arquitectura -en las universidades de nuestro país- es cada vez más compleja de culminar, pero esto no es imposible.
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